lunes, 5 de noviembre de 2012

COSAS PEQUEÑAS DEL PASEO DE AYER.-

Durante el paseo de ayer, observe que a mi alrededor había infinidad de cosas pequeñas que me llamaban poderosamente la atención. Minúsculas cosas en medio de un monte extenso que te lleva a buscar el horizonte perdido entre las dehesas y sacar la mirada de lo mas cercano y pequeño, pero no por ello menos bello.
Los líquenes y musgos estaban rebosantes, se les veía llenos de verdor. Las hojas que aun permanecían atadas a sus ramas iban tomando multitud de colores y los cardos, esos cardos maravillosos en su estructura se estaban doblegando ante el exceso de agua y el frío.
Mientras montaba esta pagina ha fallecido un sobrino mio. A él mi recuerdo y mi sentimiento.


COSAS PEQUEÑAS DEL PASEO DE AYER.-





Su verde no es el del mes de agosto donde practicamente amarilleaba. Han tomado de nuevo posesión de las piedras y en la zona norte de los muros y los arboles son ya dueños.






De esta hierba, seca, quedan aun latentes sus semillas envueltas, esperando que cuando el agua pudra sus tallos, ellas encuentren en la tierra húmeda lugar para florecer dentro de unos meses.






Acurrucadas entre los pinchos de la zarza, los tonos de estas hojas indican claramente que en la montaña ha llegado el total otoño. Ya no vale el que vengan días de calor. La decisión de dormir hasta la primavera esta tomada.






Hace unos días era una hermosa y pequeña flor. Hoy ya no es nada.







Según van cayendo las hojas, la zarza deja al descubierto sus espinas. Es su defensa contra las vacas.















Ni siquiera se les puede llamar ya moras. Son los restos, aquellas que ni la gente ni el ganado han querido tomar; semillas para el año que viene que correrán por los caminos embarrados.





Entre los brazos desgarradores de la zarza y los finos y tenues tallos de otro arbusto, estas hojas palidecen.






El arbusto ha preparado yemas nuevas que esperaran la subida de las temperaturas para salir vigorosas como hojas o como tallos.





Marcada,como si en ella se secase la savia, esta hoja caerá mañana o pasado al suelo y engrosara la cadena de la vida.





Entre hierbas espesas, esta familia de hongos disfruta de las lluvias caídas. Tiempo ahora de recorrer los montes en su busca.





Solo quedan los restos de la flor. Los frutos maduros ya cayeron.






El otoño es color. Colores vivos y fuertes, como lamentos prosteros, extertores que quieren seguir estando y que no pueden.






Adiós amigo cardo. Durante el estío fuiste compañero de fotografía buscando en ti a los insectos. Te veré el año que viene, seguro que vuelves.






Las simientes están preparadas para caer al suelo cuando las aguas lo hayan ablandado.






Luces y colores, final de una etapa. La próxima vez que recorra el camino no habrá ninguna de estas hojas.






Antes de llegar al suelo, esta hoja, atrapada entre las ramas de los rosales silvestres, descansa.


Nada más. Os dejo con estas cosas pequeñas de otoño. En los rincones de los caminos hay multitud de ellas. Y si las sabes encontrar y mirar, seguro que algo de belleza encontraras en ellas.
Buen día a todos. 
Antonio


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