lunes, 5 de noviembre de 2012

EL ABETO QUE REVIVIO.-

Es una historia muy breve y muy sencilla.
Este abeto que veis hoy aquí, hace muchos, muchisimos años, allá por mil novecientos sesenta y cinco o seis adornaba con luces y bolas de colores el recibidor de la casa de mi madre en Madrid.
Después de la Navidad, estaba practicamente seco, pero Mi madre decidió llevarlo a una casa que teníamos alquilada en Guadarrama para todo el año y a la que subíamos los fines de semana y en todas aquellas posibles fiestas de guardar en las que no estábamos en Gerona.
Pasaron los años y el abeto, como agradeciendo el trasplante, crecía y crecía y comenzó a hacerse un buen árbol.
Pero un día, mi madre decide comprar un chalet.
Se organiza la reforma de la casa y ella de lo único que se quejaba era de que el abeto se iba a quedar en aquella casa alquilada.
Un día, hable con los costructores que estaban haciendo la reforma, y llegamos a un acuerdo: Ellos traerían el abeto a la nueva casa, pero no se hacían responsables de lo que pasase con el árbol.
Dicho y hecho. Me cogí al guarda de la finca, abrimos alrededor del abeto, buscamos raíces con cuidado, escayolamos y alguna semana mas tarde, ya terminada la casa, con una grúa y aprovechando que mi madre estaba en Madrid lo trasplantamos.
Y el abeto, como agradeciendo aquello, se decidió a crecer y crecer hasta convertirse en un gran árbol que en verano nos cobija bajo sus ramas con su sombra.
Sencilla historia, real como yo mismo, que he querido traer para que si alguna vez tenéis un abeto por Navidad en casa os acordéis de este y de alguna forma lo hagáis plantar en algún lugar. Seguro que os lo agradecerá.
EL ABETO QUE REVIVIÓ.-



















































Esta ultima foto corresponde a la zona del abeto que ha tenido que pelear con los platanos, a los cuales ha superado y ya en la parte superior sus ramas comienzan a salir en todas direcciones.
Hasta la próxima.
Antonio

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