miércoles, 27 de febrero de 2013

PUERTAS EN LAS CALLES DE LA SELVA DEL CAMP. (Tarragona)


La Selva del Camp en catalán y del Campo en castellano, es un pueblo de la provincia de Tarragona, situado a los pies de las montañas de la sierra de Prades, cordillera Costero-Mediterranea, muy ligado de siempre a mi vida, sobre todo a mi niñez y juventud.



Mi padre vivió en él; aquí me destetaron y aprendí  a montar en bicicleta.

En la época de mi infancia, hace muchos, muchísimos años, a las seis de la tarde, cuando comenzaba a hacerse de noche, subían los carros por la cuesta de la estación, con sus farolillos encendidos, una mula o un burro tirando de él y los perros atados a la parte trasera mediante una sencilla cuerda. Venia el payés del campo, con cara cansada, alguno con un caliqueño (puro de aspecto torcido y arrugado), medio apagado o medio encendido, entre los labios, echando humo.

La calle Mayor era entonces de tierra y cuando llovía teníamos que dejar muy limpias las suelas de los zapatos si no queríamos que algún azote de mi madre nos calentara el pompis.

Allí pase muchos días de mi niñez y de mi juventud. Mi primer enamoramiento de allí fué; era una chiquita rubia y guapa, de un pueblo vecino, y en un alto pino mediterráneo, junto a la carretera que por Paret Delgada baja a Vilallonga, escribimos nuestros nombres. Quizás aun estén; el que si sigue estando seguro es el pino.

La Selva es de origen romano; lo atestigua la formación de sus calles y el contorno de su muralla, un rectángulo casi perfecto. Luego vinieron los árabes y después la Reconquista en la Marca Hispanica; sus torres, muchas de las cuales son del siglo XII o anteriores, debían imponer un gran respeto.

La ciudad es eminentemente agrícola, pero ha desarrollado una industria importante a su alrededor y tiene una cooperativa de avellana y aceite, que es la mas importante de la zona.

Su riqueza viene de atrás y se ve en la formación de sus muros y sus puertas.

El otro día andando por sus calles, ahora todas perfectamente soladas, fotografié algunas de esas puertas que he querido dejar reflejadas en este blog como un humilde homenaje a esta villa.

No son puertas majestuosas, no; son puertas útiles para que por ellas entrase un carro y al mismo tiempo protegiesen la casa. Esperemos que se tenga la sensatez de ayudar a mantenerlas. Son historia.

Con algunas de sus calles y algunas de sus puertas os dejo.

Que es de origen romano no cabe la menor duda. Quizás sus orígenes estén en un campamento fortificado, por la forma de sus murallas, prácticamente rectangular, y por sus dos calles principales que la cruzan. En la imagen la este- oeste o Decumanus.










Los añiles son típicos de todo el arco mediterráneo. Se conjugan con otros colores y dan ese aspecto maravilloso de pueblos de luz y mar, aunque como este se encuentren a cierta distancia de él. Es una pena que estos colores se estén perdiendo.



Chapuzas ha habido siempre, y si no que se lo pregunten al cantero que fabrico una jamba corta y hubo que apear la viga sobre unos ladrillos.


Un acueducto del S XIII trae el agua a un molino en el interior de la villa. Las murallas, anteriores a él, ya están ejecutadas y para llegar a su destino se le adosa a ella durante un buen trecho. Los puentes permitían el paso de carruajes por debajo del acueducto.





La estrechez de algunas de sus calles indican también la influencia árabe o judía. Esta farola prácticamente esta tocando la fachada de enfrente.



En todas partes cuecen habas; seguramente esta puerta al remodelar la plaza de la Iglesia se quedo alta. Seguro que la casa tiene una entrada por otro lugar.


La fotografía está en correcta posición; la posición incorrecta es la piedra de 1621 que ha debido ser aprovechada para realizar la jamba sin importar mucho su colocación.

Una de las muchas torres que tiene la muralla. Detrás de ella, según documento del siglo XVI se deberían exponer los gigantes en las fiestas patronales. Anteriormente, en 1503, Fernando el Católico le había otorgado a esta ciudad un  mercado y su celebración durante catorce días.



El apoyo del arco sobre la jamba izquierda se realiza mediante ladrillo, mientras que en el lado derecho, la ultima piedra está preparada para recibir el empuje del arco.











 

La Cardo máximus o calle principal romana, orientada de norte a sur, es en la actualidad la calle Mayor del pueblo. Recuerdo en esta calle las procesiones de la Semana Santa, con la escuadra de romanos delante, al paso lento y compulsivo, de unos redobles de tambor.


















Espero no haberos aburrido mucho con esta historia. Aquí pase muchos días y muchas horas, e incluso en la finca de mi abuela, esa foto que sale al principio, llegue a tener un pequeño huerto; y recogí melocotones, como aquellos no los he vuelto a probar, y avellanas. Buscaba huevos en los gallineros, gallinas que no sabían lo que era un pienso, y entonces se comía pollo, como una cosa extraordinaria, por Navidad.
Nada más. Sed felices.
Antonio

1 comentario:

  1. Precioso Antonio, hermosos recuerdos y preciosas fotografias, un crack de emociones y sensaciones, como siempre. Un abrazo tocayo.

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