FLORES CON POESIA LXXXV.- Soneto a la española.

Nuestro poeta nace en La Coruña en mil ochocientos ochenta y seis. Donde estudia hasta los catorce años cuando su padre decide mandarle a Francia para que se espeialice en ingeniería militar y de donde permanecerá hasta graduarse.

 

Vuelve a España y es contratado como ingeniero en los Ferrocarriles del Norte, pero pronto pasa a Madrid donde comienza a colaborar en periódicos y revistas con artículos literarios y políticos, pasando de las ciencias a las humanidades.

Amigo de Azaña, Fernández de los Ríos, Ortega y Gasset, Araquistaín etc. Salvador de Madariaga es el creador junto con ellos de la Liga de Educación Política que dará pie para más tarde crear el semanario España y el diario el Sol.

Como político fue ministro en dos ocasiones con la República y representante de España en varios estamentos políticos internacionales, siendo el más conocido el trabajo desarrollado en la Sociedad de Naciones.

 

 

Salvador de Madariaga se exilo al Reino Unido al estallar la Guerra Civil, pasando posteriormente a vivir en Suiza.

En 1962 es uno de los más firmes defensores de la reunión de Múnich en contra del régimen del General Franco.

A la muerte de este ultimo ocupa su sillón en la Real Academia Española ganado en mil novecientos treinta y seis.

Ensayista, historiador, traductor y crítico, Madariaga es a su vez un gran poeta. Cálido, tierno e íntimo, emocionante y capaz en la modernidad de seguir las pautas poéticas de los grandes clásicos españoles.

Se podría seguir hablando largamente de él, de su obra, sus premios etc. etc. pero no es este el lugar indicado.

Murió en la ciudad suiza de Locarno en mil novecientos setenta y seis.

 

 

Os dejo un poema de él titulado Soneto a la española, en él que comprobaréis que la métrica no corresponde en absoluto a la tradicional del soneto y por ello recibe ese nombre. Espero que os guste.

 

 

SONETO A LA ESPAÑOLA

 

Razón de la sin razón

que en mi ser vas penetrando,

me doblego ante tu mando

con íntima desazón.

 

Rompiste la trabazón

del porqué, del cómo y cuándo,

y así te fui abandonando

alma, juicio y corazón.

 

 

Te entregué hasta mis laureles…

Y no queda en los vergeles

de lo que fue mi albedrío

 

 

otra cosa que cederte

que el ciprés recto y sombrío

de la idea de la muerte.

--o0o--

 

 

 

Espero que este soneto a la española os haya gustado.

Sed felices.

Antonio