domingo, 22 de junio de 2014

FLORES CON POESIA CXCVI.- Elegía a Carlos Latorre.

Nuestro poeta de hoy, nace en Sevilla en el año mil ochocientos veintiuno y desde esta ciudad marcho a Granada donde estudió. Fue en Granada donde comenzó su vida literaria y formó parte de la tertulia La Cuerda.
De carácter alegre tuvo una vida bohemia que llevo hasta su muerte, gastando siempre más de lo que tenía y muriendo en la ruina.


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Manuel Fernández y González fue un escritor del Romanticismo que destacó sobre todo por sus novelas históricas y por sus folletines de entregas aplazadas, con gran imaginación y basándose en la historia de España.
Como poeta hay que destacar que escribió al gusto de la época, pero no destaca como tal en la historia de la literatura, sino como novelista y dramaturgo.
Murió en Madrid en mil ochocientos ochenta y ocho.
Os he colocado una elegía que escribe a su amigo Carlos Latorre, un gran actor del siglo XIX.

 
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Una elegía es una composición poética en la que se lamenta algo, por regla general una muerte, si bien puede estar dedicada a la perdida de una amistad, etc.
Espero que os guste.
 
 
ELEGIA A CARLOS LATORRE


Helo sin voz, el que arranco al pasado
cien héroes y otros cien, y les dio aliento,
helo cadáver; aun ayer sonaban
entusiastas aplausos en su oído,
y hoy polvo y corrupción. La musa hispana
su postrer homenaje le tributa,
y no ya al gozo del ansiado triunfo
responde el noble corazón latiendo.
La mentira pasó, pasó la vida,
y la verdad eterna, incomprensible,
la tremenda verdad, para él descorre
su negro velo que rasgo la muerte.

 
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¡Carlos! Si de ese abismo inmensurable
do gira la creación, tras la grandeza
tu espíritu me escucha, oye propicio
el postrimer adiós que desde el fondo
de un corazón leal a ti se eleva.

 
 
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Digno de lo que fuiste, yo no puedo
consagrarte un gemido de mi lira,
más a do eternos vives y no alcanza
la mortal vanidad, mi afecto sube.
Otros, de gloria, en inspirado plectro,
a tu genio inmortal egregio canto
entonen mas dichosos; yo tan solo
cuanto tu muerte de dolor me inspira
decirte quiero, y añadir, inculta,
una pálida flor a la corona
del auro divo que tu sien rodea.
 
 
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Fuérame, en vez de lamentar tu muerte,
de un Dios dado el poder, y << Alza cadáver
del polvo de la fosa>>, te diría.
<<¡Alza! ¡Torna! ¡El atónito concurso
vuelva a escuchar tu voz! ¡Zumbe en tu oído
una vez y otra vez el alto aplauso,
y una vez y otra vez deba el poeta
a tu gigante inspiración su fama!...>>
Mas sueños, sueños son; que la inflexible
sentencia del Eterno nadie borra.
Quien nace, ha de morir; así está escrito.
 
¡Carlos: adiós hasta el incierto día!
Tal vez el sol, al fulgurar mañana,
aquí en reposo me verá contigo.
Hasta entonces, ¡adiós! En paz te queda!
--o0o--

 
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Nada más por hoy. Sed felices.
Antonio

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