viernes, 31 de octubre de 2014

El puzle bajo el puente de la autopista.

Subía con mis cámaras por la cuesta que lleva a la Jarosa cuando me encontré de golpe y porrazo, en mitad de un verde paisaje, con los pilares de hormigón de la A-6. El ruido que producían los vehículos en las juntas de dilatación y el miedo a que algún conductor se durmiese y saliese volando por encima de mí, me hace incomodo pasar por debajo del camino moderno de Santiago.

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Imponen esas moles que descargan sus iras con ruidos sobrecogedores y saltos vertiginosos sobre las juntas. Un "clac clac" estrepitoso suena cada vez que un camión pasa sobre una de ellas, allá en lo alto. Bajo el puente, el paisaje es un reo encarcelado entre barrotes de cuarenta metros de altura. No puedes ver un horizonte continuo, no; tiene que estar partido por la pilastra de hormigón.


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Pero alguien, quizás espantado por el encarcelamiento del paisaje, quizás por su propio encarcelamiento, ha encarcelado también a un personaje en uno de los pilares del puente. Personaje de ficción, que quizás refleja el alboroto que el pintor ha sentido al contemplar el paisaje bajo el puente o lo mas seguro refleje su propio encarcelamiento...

Observo el puzle. Me fijo en cada uno de los detalles y figuras que hay dibujados en él. Parece que unas manos poderosas quieren abrir, en el hormigón del muro, un hueco para que la cara pueda salir. ¿Alguien preso? ¿De dónde, por qué?

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Quizás sea el reflejo de un inmigrante que busca el sueño gestado allá en África de un Edén maravilloso donde los ríos corren de plata y del suelo mana oro.

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Y sus ojos, que miran algo asustados, descubren que todo aquello era una quimera. Sus dientes sedientos de alimento relucen por la falta del mismo.


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Que por muy potentes que sean sus manos para abrir los pilares del puente, muy difícil le va a resultar seguir adelante. Odios, trampas, mafias y todo tipo de gentes intentaran arrinconarle en un cuartucho para que, arruinado más de lo que llego, siga produciendo para alguno que lo domina y que le tiene de alguna forma maniatado.


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Pienso muchas veces, cuando les veo correr con sus bolsas de venta delante de la policía, que si existe un cielo nos pedirán razón de ser de haber permitido tales atrocidades.


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Aquí os dejo el puzle resuelto.

 
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Solo una pregunta mas ¿Nuestras manos serian lo suficientemente fuertes como para dejar salir el espíritu de los pilares del puente?
Nada más por hoy.
Sed felices
Antonio

jueves, 30 de octubre de 2014

Algunos instantes del verano.-

Ha sido el verano de 2014 algo extraño. Días de julio que ha habido que salir a la calle con algo de abrigo a las doce del mediodía en Guadarrama y con lluvias torrenciales. Los calores, pocos, se dejaron sentir algunos días, pero proporcionalmente a otros estíos, ha sido mucho más suave. Claro que ha hecho calor, pero, por lo menos aquí, soportable.

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Solo hay que ver como estaba la presa de la Jarosa a principios de Agosto. Agua hasta muy arriba de sus orillas, donde normalmente no se ve.


 
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Las manzanillas y el té verde se han dado magníficamente en las praderas humedecidas por el agua de la presa.


 
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En esas praderas las moscas, como este ejemplar de Lomatia (creo que a esa familia pertenece) libaban tranquilamente es las falsas manzanillas de as orillas. Tranquilas, solamente molestadas por sus propios depredadores.Fijaros en el tamaño de su lengua.


 
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Como no los chinches vestían sus más preciadas galas buscando su pareja, Trepaban por los tallos de cualquier hierba o arbusto, perezosos a echarse a volar, como si el aire les diese miedo.


 
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Y un pruno bicolor, donde las hojas verdes alternan con el color Bourdeos, da al atardecer de agosto un contraste de luces increíbles. Contraposición de luces y de tonos en perfecta camarería dentro del mismo tronco ¿Es una enseñanza?


 
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Otro chinche, esta vez con su levita marrón ascendiendo a lo alto de la planta para allí aposentarse, ser el señor de las alturas y clavar su afilado órgano bucal en el tallo para extraer el alimento con que sustentarse.
Curioso ha sido este verano por la falta de gran cantidad y variedad de insectos.


 
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Y allí, en un rincón de un tapial, esta flor de origen americano, una pasiflora, se extiende de forma increíble. ¿Deberíamos dejar a plantas no autóctonas campar por nuestros campos? La flor es preciosa.


 
 
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Una mariposa, la Melanagia lachesis, una de las pocas que han aparecido este verano por estos lares y en suficiente cantidad, reposa tranquilamente sobre las hojas de un arbusto serrano, como es la zarza. Calienta su cuerpo y sus alas antes de partir en vuelo nupcial.


 
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Esta abeja esta libando en la planta, con toda su lengua fuera antes de haberse posado en ella, pues aun sus alas baten el aire para sustentarla. Cogerá todo el polen que pueda, incluso lo adosara a sus patas traseras, y volverá a la colmena indicando donde ha encontrado el manjar.


 
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Otra mariposa, pero esta de hábitos nocturnos. Ha volado delante de mi pisada y la he seguido hasta su nuevo posadero. Intento molestarla lo menos posible, tres fotos, y sigo mi camino. Bastantes preocupaciones tiene ya entre las hierbas…


 
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E igual que al principio una imagen de lo que ha sido este verano. Los tres picos de la Peñota ven próximos a ellos las nubes de otro día y noche de agua que se avecina. Pero ello no lo quita belleza al paisaje serrano del Guadarrama, todo lo contrario.
Espero haberos entretenido un rato
Sed felices.
Antonio

martes, 28 de octubre de 2014

Líneas.

Hola Soledad:

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Me preguntas con tu mirada sin ni siquiera hablarme, me buscas sin darte cuenta, tus ojos se cruzan con los míos en un largo beso silencioso que sale del alma y que no se puede expresar de palabra. Esa es mi soledad.

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Como líneas fugaces que corren raudas a nuestro alrededor las miradas se cruzan y se desvían como no queriendo ver; y, aunque no nos miremos, sabemos donde esta uno y donde está el otro en silencio, en el terrible silencio de quien quiere hablar, decir, y sabe que no puede. Eso es soledad.


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Soledad es pasar por el campo y en cada rincón encontrar algo que me recuerda a ti y no tenerte. Ya no hay miradas, solo sentimientos que te buscan en líneas perdidas, intentando encontrarte. Como se añoran esas furtivas miradas que se cruzan, que dicen más ellas solas que todas las palabras que pueda decirte.


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Líneas quebradas, difusas, de silencios, como dardos lanzados con ímpetu que no llegan a su destino porque el destino no les ha permitido entroncar y convertirse en un cálido beso. Besos si, añorados, deseados también, pero inimaginables en el espacio y en el tiempo. Eso es soledad.


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Líneas paralelas que son incapaces de encontrarse como no sea en el infinito, y el infinito es tan lejano, esta tan hondo, que por mucho que lo busco, siempre anda un poco mas allá. Y ese beso se escapa en la lejanía y es imposible entregarlo. Soledad…


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Un beso en el infinito, Soledad.

domingo, 26 de octubre de 2014

Mis rincones de hoy en la Jarosa de Guadarrama. España.-

 
 
Estoy andado tranquilamente, paseando rápido pero sin prisa. Como casi siempre, solo voy, solo acompañado por mis dos máquinas. Entiendo que a los que les gusta andar detesten a los personajes que, como yo, se paran cada cinco minutos para encuadrar, mirar, disfrutar y fotografiar un rincón, un lugar.

 
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Esto es La Jarosa, zona que ocupa actualmente una presa, lo suficientemente grande como para poder pasear junto a ella, y lo suficientemente pequeña como para que no resulte incómoda.


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Situada a unos 1150 m.s.n.m, está rodeada por las siguientes zonas más o menos montañosas denominadas: al este  La Jarosa, al norte  La Viña, al oeste  la Calle de los Álamos y al sur  el Cerro Santo.


 
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Con una longitud aproximada de cuatro kilómetros tiene rincones y vistas increíbles y en días tranquilos, en los que solo algún pescador y algún que otro paseante se cruzan contigo, es un lugar ideal para meditar, recodar, gozar y pensar en ti.


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Bucólica a más no poder en estos momentos, la presa en un maravilloso día de octubre alto, presenta sus aguas tranquilas, suaves. Sus bordes se reflejan en el agua duplicando su perspectiva. Los bosques de pinos que crecen a su alrededor la envuelven con un maravilloso tono y la cruz de Cuelgamuros le da un empaque vistoso hacia el suroeste.

 
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Me gusta observar a mí alrededor. En las altas hierbas puedes encontrar prácticamente cualquier pequeño insecto. Mi primera Empusa la vi en medio de esas hierbas un verano seco, después de un invierno en el que la presa no había estado llena. 
Me gusta escuchar en las sombras de los matorrales el canto eléctrico, casi imperceptible, del petirrojo.
En las alamedas, que se forman junto al agua, se transparenta la superficie cristalina como si de una cortina se tratase y da la sensación que en cualquier momento se puede abrir para dejarte ver la presa en todo su esplendor.


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Los árboles a destacar junto a sus orillas son  los olmos, alisos y sauces, aunque de estos últimos pocos, y algo más separados de sus riberas los fresnos, desmochados unos y otros no.


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En esta época unos árboles parecen haber llegado a su fase invernal, mientras otros han cubierto su cuerpo de un dorado brillante. Su transparencia deja el paisaje abierto, transparente, muy distinto del provocado por la espesura en verano.


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Ha llegado la hora de la retirada. El espejo de la presa al retornar sobre mis pasos me deja ver de nuevo el reflejo hermoso de una sierra preciosa, esplendorosa. La cumbre del Juanar, la altura mayor de la zona, impone: es el vigía.


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Nada más por hoy. Espero que os hayan gustado estos rincones en un pequeño lugar de la Sierra del Guadarrama.
Sed felices.
Antonio

FLORES CON POESIA CCXIV.- Soneto a Marisa

Nace nuestro poeta en Sevilla en mil novecientos veinte. Desarrollará su infancia y su juventud en esta ciudad y realizará en bachillerato en un colegio de los Jesuitas.


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A los veintiún años, Rafael Montesinos, se traslada a vivir a Madrid y lo hará ya para toda la vida, eso sí, añorando su tierra, disfrutándola en sus viajes y propagando su riqueza física e intelectual tanto de viva voz como en sus poemas.
Rafael Montesinos es un poeta modernista íntimo, sensacional, que sabe trasmitir emoción, cordialidad, amistad, amor y cariño en sus poemas con un deje de nostalgia.
La obra poética de Montesinos es ingente, solo hay que entrar en las páginas de la red para darse cuenta.
Montesinos fue galardonado con infinidad de premios, siendo los más importantes el premio Ateneo, el primero, en mil novecientos cuarenta y nueve y posteriormente y por dos veces el Premio Nacional de Literatura, mil novecientos cincuenta y ocho y setenta y siete.
Montesinos murió en Madrid dos mil cinco.


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Os he colocado un soneto titulado A Marisa, que creo que conjuga todo es ser de Montesinos: amor y nostalgia, nostalgia en este caso al futuro. A mí personalmente me gusta.

 
SONETO A MARISA

 
Más allá de mi mismo he de quererte,
más allá de mi nombre y de mi olvido.
Vuelve a estos versos cuando me haya ido
con la oscura esperanza de la muerte,

 
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y hallaras otra vez mi amor, inerte
el cuerpo ya; mas vivo en su latido
este paciente corazón herido
del mucho tiempo que ha tardado en verte.

 
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Cuantas veces creí que te encontraba
(¡aquella primavera…, aquel invierno!),
y no eras tú, mi niña, quien llegaba;


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pero ya estás aquí: sueño, alegría,
ansia de Dios, mujer, amor eterno,
vida, dulzura y esperanza mía
--o0o--

 
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Nada más por hoy. Sed felices.
Antonio