viernes, 7 de noviembre de 2014

El pinar del arroyo de los Álamos. Sierra del Guadarrama.

Si llegas al final del embalse de la Jarosa en Guadarrama sin dejar la carretera asfaltada llegaras al segundo aparcamiento y a partir de ahí una barrera impide el paso de vehículos.


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Unos cien metros más adelante. Después de un pequeño desnivel te encontraras con el arroyo de los Álamos que baja con aguas completamente cristalinas, cuando baja, desde unos pocos de cientos de metros más lejos.
Si recordais el ultimo paseo por la Jarosa, la ultima foto era exactamente la desembocadura del arroyo en el pantano, y con ella empezamos la excursión.


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Es un paseo para todos los gustos, pero sobre todo un paseo para quien le guste andar y respirar el aroma o los aromas del pinar. El pino, las jaras, el romero y el tomillo, zarzas y arbustos van todos de la mano y todos ya cada uno con su aroma, siendo las jaras las que destacan con sus olores.


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Los pinares del sistema central se dan sobre terrenos pobres y secos. Una sierra en la que se recoge agua pero no en las cantidades que lo hacen otras montañas de la península.

 
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El pinar se eleva majestuoso dejando pasar entre árbol y árbol la luz suficiente para que en el arroyo, donde el suelo es excesivamente blando y húmedo para él, crezcan otras especies, más pequeñas pero no menos importantes.


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La luz del pinar es de una coloración distinta a cualquier otra. Contrastes de sombras y luces e incluso de colores.



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El arroyo, con sus aguas limpias va alimentando a los árboles de ribera que crecen en sus orillas y al mismo tiempo deja en los alrededores la humedad suficiente para que jaras y otros arbustos beban a través del rocío de la noche.


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Luego, cuando el sol aprieta el pinar se convierte en un mundo seco lleno de fragancias que transporta el aire.


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Mientras tanto, los colores del otoño se entrecruzan con la durabilidad del marrón y verde del pino. Estallidos de color que surgen repentinamente entre innumerables pilares resinosos. Esos pequeños vástagos de álamo que ahí están, son faros que encienden el bosque seco.


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El sendero junto al arroyo se encuentra de vez en cuando con el camino forestal y unas veces andas junto al agua y otras a unos metros por encima de ella, pero en cualquiera de las dos situaciones la soledad, el silencio y la belleza e embargan.


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El pinar hay que mirarlo con cariño. Si miras debajo de su pinaza en esta época, allí donde este abultada, puedes encontrar hongos de todos los tipos, comestibles y no, que también engalanan el paisaje y los aromas que por el vuelan.

 
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El arroyo baja plácido, muy plácido, pero baja. Se nota que este año ha llovido más que otros, pues por estas fechas suele estar en superficie seco.


 
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A mi personalmente me llena. Envuelto por el te das cuenta de lo pequeño que eres.


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El próximo día llegare hasta lo alto del arroyo, pasando lo que se llama el barranco del Lobo para enseñároslo. Es otro paraje completamente distinto.
 
Sed felices. Yo lo fui dando este paseo.
Antonio.

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