viernes, 15 de enero de 2016

Otra puesta de sol, Soledad. 14 enero de 2016

Querida Soledad:
Cuanto tiempo sin encontrarte y verte y mira por donde, ayer en la puesta de sol, te volví a recordar.
Te la cuento
El día está cubierto con una capa de tenues nubes muy altas. Pienso que puede ser una ocasión para fotografiar de nuevo la puesta de sol en los campos de Villanueva del Pardillo.



Me acerco a la zona norte del pueblo, donde ciudad y campo se dan la mano a través de un alto. Una simple baranda de madera de rollizos protege al viandante del alto terraplén que separa lo urbanizado de lo rustico.
La visión de los campos en bonita. Cuando llego el sol esta aun alto y me entretengo mirando el paisaje y unas enormes bandadas de gaviotas, que pasan volando silenciosas. Las gaviotas vienen de los vertederos del este de Madrid y van a dormir a las aguas tranquilas y protectoras de los pantanos que existen al noroeste y oeste de la capital.
Han pasado los minutos y los cielos comienzan a tomar otros tonos y colores.


Hacia la puesta de sol, el sol aun demasiado brillante, los cielos aun presentan tonalidades normales si bien el azul del cielo comienza a estar cada vez más oscuro, parece que quiere imitar al mar.


El sol va bajando lentamente. Por fin parece que llega al horizonte. 


Los cielos al sur y al norte están comenzando a teñirse de rojo. Y la franja del horizonte también se prepara para pasar la noche.


Cada vez el sol esta mas acostado. 


Perezoso corre lentamente su camino hasta la cama. 





Poco a poco el sueño le agota y deja caer su cabeza tras la línea del horizonte. 


Y estamos él y yo solos. A mi vista no hay nadie que quiera venir a contemplar esta belleza.

Ya esta acostado. 


Sus ojos aun desprenden las últimas llamaradas que encienden el cielo, pero su fuerza poco a poco va perdiéndose.


Retomo tranquilamente el camino a casa, hace frío, pero a cada pocos pasos giro la cabeza y miro. 


No me queda mas remedio que seguir disparando fotos. Sé que es una locura, pero quiero llevarme conmigo cada uno de los segundos de la puesta.
El silencio y la Soledad son los únicos presentes a mi alrededor. Uno de forma material, está apagado; la otra en un puro sentimiento recordado.
Me giro por última vez y a través de los arboles aun distingo los últimos rayos de sol.


Esto fue la tarde, Soledad. ¿Te ha gustado? A mí personalmente, sin ser de las mejores, me pareció una puesta maravillosa.
Feliz tarde, Soledad; felicidad a todos.

Antonio 

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