martes, 28 de junio de 2016

Ayer, si ayer, mientras el sol se acostaba.

Ayer era una preciosa y calurosa tarde de finales del mes de junio. Ayer el sol estaba escondido detrás de una puerta gris y dejaba escapar sus lamentos a través de rayos que salían de entre las nubes.


Ayer, si ayer, el sol encerrado hacia tronar a la tormenta sobre la montaña enfadado porque no veía la tierra.


Ayer, como si de un rastreador se tratase, lanzaba sus rayos entre las nubes buscando un lugar donde posarse.


Ayer, encolerizado por la ceguera a que estaba sometido, si ayer, tiño de rojo el cielo, iracundo, intentando filtrase por cualquier resquicio sin conseguirlo.


Ayer, en un momento determinado fue capaz de echar una ojeada a la tierra  y pareció calmarse. Pero no, la negrura le envolvía por todas partes.


Ayer el sol tuvo que acostarse detrás de la montaña sin poder ver la tierra, rojo de ira, centelleando, soltando espumarajos de fuego.


Ayer, su sufrimiento era tal, que tiño el cielo de colores purpúreos en un último intento antes de acostarse.


Ayer el sol, se acostó sin poder verte y ahora entiendo porque estaba tan enfadado, Soledad


Pensamientos mientras fotografiaba una puesta de sol en Villanueva del Pardillo, Madrid.
Sed felices

Antonio

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