lunes, 31 de octubre de 2016

Otoño: cinco visiones distintas, cinco comentarios.

1.- PAISAJE ACUÁTICO.

Contemplo en silencio el agua. Una paleta de colores  la tiñe y solo una brisa de aire en medio del pantano consigue limpiarla.
Los árboles junto a la orilla son los pintores.
Cansados, ya desde la primavera, quieren comenzar de nuevo el largo sueño.


Sus hojas perezosas, se niegan a caer y se resisten mientras una sola gota de alimento quede en ellas para salvaguardarlo.
Reflejos mañaneros en mi soledad de paseante solitario y reflexiones en silencio.
Pienso lo solitaria que se encontrará la gaviota en medio del pantano sola, tan sola como yo que estoy en la orilla.
He elegido la costa a la que no se acerca prácticamente nadie. Enfrente niños, perros y mayores disfrutan de un maravilloso día. Están acompañados; yo estoy solo, en una soledad en el fondo deseada y a la vez odiada.
Tu,  si tu, podrías estar conmigo, acompañándome en mi silencio, ayudándome a pensar, a meditar, sin que un reflejo me despiste, sin que un árbol amarillo me distraiga. Claro que si es la belleza lo que me distrae, no me acompañes a meditar, acompáñame a vivir.
Le doy la espalda al agua y a su paleta de colores.
Subo la pequeña cuesta y salgo a la carretera que me lleva de nuevo a la prisión diaria.

2.- EL HILO DE SEDA MISTERIOSO.

Colgaba la ramita con sus hojas ya amarillas de una tenue y liviana seda, que algún gusano había estado usando para descender desde lo alto del árbol  a la tierra donde enterrarse para vivir.


En cambio la rama se agarraba desesperada a la seda para seguir flotando en el aire como el resto de sus hermanas y vivir al compás de los vientos, dejándose llevar por las estaciones y no morir.
Que crueldad en el ser y en el morir, el gusano intentando enterrarse y la rama intentando que no la entierren.
Paradoja de los ciclos en que toda naturaleza en contacto permanente y conviviendo con las dos etapas: la vida y la muerte,y por supuesto el hombre forma parte de ella.

3.- TRANSFERENCIA DE ENERGÍA.

Me llama la atención los tres colores en el extremo de la rama.
Ya está preparando para la primavera siguiente el árbol sus yemas dando la sensación que son pequeños dedos que quieran coger esas hojas que están dándole las pocas energías que aún quedan en ellas para que pase el invierno.


Parecen tres estadios en la vida de una hoja. La verde comienza a dar sus reservas; la amarilla lo ha dado todo y la más oscura a parte de darlo todo a muerto agarrada a su rama como si se negara a desprenderse del cuerpo al que ha estado sirviendo entre siete y nueve meses.
Durante la vida activa de las hojas se produce en ellas la fotosíntesis. Ahora, cuando las condiciones climáticas pueden cambiar y el sol cada vez está más bajo en el horizonte,  se invierte el proceso y en agradecimiento a esos meses la hoja, llegado su fin, le cede al árbol la energía que le queda.
Y la poca que pueda quedar cuando caigan al suelo se convertirá en un magnifico sustrato que alimentara al bosque tanto vegetal como animal.
Hay una pregunta que me viene a la cabeza desde que vi las tres hojas: ¿Cuál será en este momento mi color? Sé que el oscuro no puede ser porque estoy vivo, pero ¿y los otros? Quizá este mas cerca del amarillo que del verde… ¡Quién sabe!

4.- MIRANDO AL CIELO.

Levanto mi vista por encima de álamos y chopos, que pueblan la ribera del embalse, y distingo un árbol que mira largamente hacia el cielo. Delgado y alto, sus ramas cubiertas de bello amarillo, parecen implorar algo al cielo.


No sé que le estará demandando; a lo mejor agua o nubes que le quiten estos calores tardíos que le hacen más penoso acostarse. A lo mejor está dando gracias o rogando paraqué los vientos fríos y tempestuosos del invierno no le rompan sus ramas.
Parece querer recoger con sus ramas al cielo, agarrarse a él como si de su mentor se tratase.
Cuanto me gustaría saber a mí levantar los brazos al cielo para implorar, para creer. Majestuoso universo el que nos rodea, que el hombre ha pensado que ha sido creado para él. Que mayúscula equivocación, que terrible ironía pensar que, algo tan perfecto y a la vez tan caótico, sea únicamente para que elevemos nuestros ojos al cielo en las noches claras y disfrutemos de él.
Que terrible  pasar de ver las estrellas a sucumbir por los restos bajo una tierra fría y húmeda, transformándote de nuevo en esa energía que ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Qué pena que para transformarnos haya que morir.
Levanto por las noches mis ojos al cielo porque me gustaría ser eterno y mis brazos de elevan en una plegaria sin sentido, sin respuesta posible, pues tenemos un principio y un fin…Quizá muchos principios y muchos fines, pero en cada uno queremos permanecer en el presente.
Tendría que practicar mas y alzar a menudo mis brazos al cielo suplicando, pues mis ojos siempre lo están contemplando, y así a lo mejor entendería mejor una creación que fue a su imagen y semejanza, desarticulada por una mísera manzana y una relación de amor.

5.- ME GUSTARÍA PERDERME ¿y A TI?

Hay un pequeño valle por donde discurre el antiguo cauce de un arroyo, hoy cegado por el muro de la presa, no podía ser de otra manera, y es allí donde los arboles resisten en silencio y crean un maravilloso mundo de soledad al que nadie acude.
Una alfombra de hojas de infinitos colores cubre sus suelos y me hacen pensar de nuevo en la soledad. Si  con, en y la Soledad.
Hay un extraño silencio solo roto por el ladrido lejano de una jauria.


Paseo tranquilamente. Me gustaría perderme entre el follaje inmenso que crea una penumbra desconcertante en un día maravillosamente luminoso.
Pero estoy solo, absolutamente solo.  Ni siquiera un latido de alguien a mi lado me acompaña. Mi sino es pasear en soledad, solo acompañado por el cliquear de las maquinas de fotografiar, los cantos de las aves cuando las hay y el susurro del viento entre las ramas.
Por eso, Soledad, tuve que inventarte. Y te he hecho tan real que a veces pienso que estas a mi lado y me gustaría perderme contigo. o acaso ¿no te he inventado? ¿Estás ahí? Me acompañas, pero permaneces muda a mi lado; me escuchas, pero no me respondes. Te beso y solo colocas tu mejilla… ¿Seré un Quijote? ¿Dónde está la realidad y la ficción en el bosque? ¿Por qué te veo? ¿Me estaré volviendo un viejo cariñoso y enamoradizo? y a ti, Soledad, ¿te gustaría perderte conmigo?
Salgo del bosquecillo y arribo de nuevo a la carretera y me doy cuenta que no has querido escaparte conmigo, estoy de nuevo solo.
Estoy deseando volver a verte...


                                                    Guadarrama, 31 octubre de 2016

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