miércoles, 18 de enero de 2017

Amistad y fotografía.

Hace un día estupendo. No parece que estemos ante la cercanía inmediata de una ola de frío que anuncian salvaje. El cielo de Madrid está despejado pero hacia el oeste unas nubes ligeras parece que bailan una suave y melodiosa melodía con un sol cada vez más bajo.

La catedral de la Almudena iluminada por los últimos rayos de sol.

No hacia frío, pero tampoco calor. Los bancos al sol en la explanada del templo de Debod estaban ocupados y fue difícil encontrar uno, en los paseos, para charlar un rato tranquilamente. 
Los amigos hablan, comentan, escuchan. unas veces habla uno, mientras el otro escucha atentamente; y a veces pueden aconsejar, pero eso cuando estén muy seguros de lo que van a decir o proponer.

El sol se acaba de poner. Seguro que mi amigo coloca las mismas fotos que yo. A mi no me importa: disfrutamos del mismo momento.

La amistad en una acción de tiempo, de distintas situaciones que hacen que el lazo de unión se vaya convirtiendo poco a poco en una férrea cadena de conocimientos mutuos, de experiencias compartidas o comentadas, sin las cuales el amigo deja de serlo para  pasar a ser un conocido más o menos simpático. Y ello no conlleva que los puntos de vista en todos los órdenes tengan que ser iguales, ni muchísimo menos. Siempre habrá lazos de unión que compensen las diferencias.

El ocaso esta en pleno apogeo, Un fuego gaseoso avanza por el cielo,

Mi amigo y yo estuvimos charlando largo rato y escuchándonos largo rato; comentamos nuestros problemas, pues la vida está llena de ellos, y a la vez nuestras alegrías y aficiones en común.
Y vimos como el cielo cambiaba y la luz de un sol cada vez más bajo iluminaba la catedral de la Almudena y el templo de Debod.

Con el teleobjetivo parece que el cielo me va a quemar.

Y luego paseamos por los bordes de la explanada queriendo ver al sol acostarse y observar como el cielo lo tapaba con una manta multicolor gaseosa.
Y poco a poco, casi sin darnos cuenta la noche se fue haciendo, y charlando paseamos alrededor del templo que iluminado reflejaba su silueta en las tranquilas aguas del estanque.

La luz solar ha dejado paso a la iluminacion humna. Hay una cierta diferencia, aunque guste.

Y Venus en lo alto del cielo indicaba el camino hacia el hogar. Había que volver a casa, pero se había cimentado un poco más la amistad.

El templo de Debod reflejado en las aguas del estanque que lo alberga.

Cada uno toma su camino y la cadena se va alargando poco a poco, sin romperse. Que mas da la distancia o el tiempo... amistad, siempre amistad.

Madrid 16 de enero de 2017

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