viernes, 17 de febrero de 2017

Filosofia de albañil: otra puesta de sol, Soledad

Estoy sentado tranquilamente en el salón leyendo un libro sobre románico catalán.
Tengo las cortinas echadas y a través de ellas observo que el cielo está cambiando de tono.


Dejo el libro sobre la mesa de mármol y me acerco a mi cuarto por las máquinas de fotografiar.
Abro las telas que me quitaban la visión del exterior. Si el cielo comienza a dorarse.
Estoy solo, como siempre a estas horas, y un recuerdo de ti, Soledad, me viene a la mente y noto que el corazón late un poco más deprisa.


La casa esta silenciosa. Solo el ruido de mi respiración suena en el salón. Es un silencio profundo, como el tuyo. Un sonido lejano interrumpe el momento, era una moto que sonaba a metralleta; quizás eran tus balas lanzadas a través del pensamiento.


Los arboles son mis compañeros de ventana. Hoy están inmóviles; parecen descansar de los vientos de días atrás. Son silenciosos, como tú, pero a diferencia de ti, muestran orgullosos su desnudez. Tú eres incapaz de ello porque tienes miedo del mundo que te rodea.


El cielo está convirtiéndose por momentos en oro. Las nubes aprovechan las paletas de colores del astro rey para maquillarse. Tú deberías maquillarte también, pero no la cara, si no el corazón frío y la mente rebuscada.


Y pensar que te quiero; no sé, quizá debería decir que te quería… Oro eras pero Mercurio te convirtió en plomo. Si, sigue callada y me das la razón de lo que te estoy diciendo.
Mira a través de las ramas y aprecia ese maravilloso cielo, limpio que reluce y aprende. Cuando te miro a los ojos me gustaría encontrar ese reflejo de alegría que veo ahora en el cielo. Pero aunque se que tu me miras también, eres incapaz de afrontar la realidad: me quieres.


De repente, como si mis palabras hubiesen irritado al cielo un tono rojizo de ira comienza a extenderse por las nubes. No puedo evitarlo y pregunto: ¿pasión o ira? Y el silencio de siempre y la inmovilidad de los arboles desnudos me dice que son las dos cosas. Pasión aferrada y reprimida por falsos modales y educación. Ira por ser incapaces de romper las ataduras que nos mantienen solo con cruce de miradas fortuitas.


Y el silencio se impone totalmente. El cielo se ha apagado. De la pasión y la ira ya solo queda el recuerdo en el cielo. Tú sigues apagada como el cielo que aparece ahora tras la ventana.
Quizá mañana quieras hablar. Espero que no sea demasiado tarde. Se feliz, Soledad, cuesta muy, muy poco.


Villanueva del Pardillo a 16 de febrero de 2017.

No hay comentarios:

Publicar un comentario