domingo, 4 de junio de 2017

Flores con poesía CCC. Lluvia.

Nace nuestro poeta en mil novecientos diez en la población de  Alcañices, provincia de Zamora, hijo de padre jurista y poeta.
Aprende de su mentor tanto el gusto por las leyes como por la poesía, ya que este le introduce en la confección, si así puede decirse, de versos y poemas.


Practica la poesía desde muy joven y publica sus primeros poemas en mil novecientos ventiseis.
Se traslada  la familia a Valencia donde Rafael de Balbín Lucas terminará su carrera de Derecho y posteriormente en Zaragoza, empujado por sus deseos de aprender más todo aquello relacionado con la Literatura Española, realiza la carrera de Filosofía y Letras en Zaragoza.
En el año 1935 era profesor de Lengua en el Instituto San Isidro de Madrid.
Combina sus labores docentes con la preparación de oposiciones a cátedra y a preparar su tesis doctoral, la cual aprobara con Premio Extraordinario en la Universidad de Madrid.
Investigador nato, realizo trabajos sobre Cervantes, Pantaleón de Ribera y especialmente sobre Gustavo Adolfo Bequer.
Ocupo altos cargos en distintos estamentos públicos españoles, entre ellos el Instituto Cervantes del que fue director.


Su poesía es rica en temas, intima, incluso a veces excesivamente religiosa, pero siempre bella y quizá algo tímida.
Entre otras obras tenemos:
Romances de Cruzada, Sonetos del hijo Sacerdote, Cinco poemas,  En busca de la mañana etc, sin olvidar también sus ensayos sobre temas de literatura.
Murió Rafael de Balbín Lucas en Madrid en mil novecientos setenta y ocho.
Os he elegido un poema titulado Lluvia.


LLUVIA

Como un campo maduro,
crece la lluvia estremecida y clara;
grandes, puras,
llenan la tarde sus espigas de agua.
Alto y ensombrecido,
el aire de ceniza y plata,
cautivo en los castaños de oro,
deja mojarse las  espesas alas.


Y las crecidas gotas lentas
por los negros perales calan,
como un enjambre denso,
de punzantes abejas cándidas
que su menuda voz oscura
en la delgada hierba apagan.


En los umbrales grises del otoño,
la tierra sedienta y ancha
ha sentido cuajarse el pecho
de húmeda sangre, fuerte y blanca.
¡Como se adensan los maíces
y se hacen grandes las manzanas,
con la delicia fresca
de la lluvia tardía y mansa!


Agua de Dios, alegre y viva,
está cayendo en mi desierta entraña.
Con lento paso silencioso
mi corazón, endurecido, calla.
¿Cuánto echará el Amor renuevos
en el ramaje seco de mi alma?
--o0o--


Nada mas por hoy. Espero que os haya gustado.
Sed felices.

Antonio

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