lunes, 18 de diciembre de 2017

Del infinito pequeño al grande: pensamientos nocturnos.

Observo a los pequeños pulgones encima de un pétalo de una rosa. Su tamaño es increíblemente pequeño, un milímetro y medio de cuerpo, y en su interior, como en el nuestro, bulle una vida increíble.
Infinitamente mas pequeño es el mundo que existe detrás de ellos, pero ahí ni mis ojos ni mis cámaras son capaces de llegar a un.
Y ese infinito mundo pequeño es mi punto de partida para llegar a comprender un espacio inmenso que me rodea. Porque si comprendemos lo pequeño veremos de forma totalmente distinta lo grande.


Aquí comenzamos el viaje con estos dos pequeños pulgones que increíblemente tienen sus aparatos bucales clavados en el pétalo de la rosa y le están extrayendo el jugo de la vida.
Esos escasos centímetros del pétalo es el universo del pulgón, un universo lleno de color, luz y olor.
De repente el mundo crece.
En otro pétalo, en otra rosa, una pequeña crisopa, de algo mas de un centímetro nos muestra un mundo de vida, lleno de vida, que va creciendo. Ya no es los escasos milímetros que ocupa el pulgón, no, ahora la crisopa ocupa casi por completo una buena parte del pétalo de la rosa y su universo es muchísimo mayor y será capaz de extenderlo y aumentarlo.


Vamos observando poco a poco el mundo que nos rodea y esos pequeños universos que se nos  van apareciendo, nos enseñan que todo lo que nos rodea es relativo y a la ves forma un solo espacio.

La realidad de cada mundo nos vendrá dimensionada no por lo que seamos capaz de medir, si no por cada universo que seamos capaces de comprender.


El conjunto de los pétalos le dan la forma a la flor. Y la rosa es ya una estrella en un universo de flores en que cada sol tiene sus propios habitantes. Cada individuo será capaz de alimentar, mientras viva, a pequeños seres que compartirán su entorno, unas veces en perfecta armonía y otras combatiendo para comer. Es una de las leyes que se aprende en los universos, ya sean grandes o pequeños, incluido el nuestro propio.


Qué grande es el micro espacio en el que vivimos. Está formado por una enorme inmensidad de soles y formas distintas que nos acompañan, que están orbitando a nuestro alrededor y que para llegar a ellos solo hay que abrir los ojos y dejar que su luz, su forma y sus aromas lleguen a nosotros.
Y así, de un sol solo, pasamos a una galaxia llena de hermosas flores que nos contemplan.


Fijaros en la galaxia de rosas que forman todas ellas juntas. Un conjunto nuevo está llegando a nuestros ojos. Un universo formado por infinidad de galaxias, unas mayores que otras comienzan a rodearnos. Y su belleza ha partido de la contemplación de un pequeño insecto que la mayoría de los humanos somos incapaces de contemplar. Y así una tras otra las galaxias van expandiéndose para formar distintos universos.
Universos que se complican y crecen cada vez más, y aun no hemos salido de nuestro pequeño mundo. Los rosales han dejado paso a los árboles que con sus hojas y sus frutos forman un espacio infinitamente mayor y que empequeñece el nuestro propio.


Crecen los arboles unas veces puestos por la mano del hombre intentando crear un universo ordenado, con galaxias cuadriculadas, mientras que la propia Naturaleza en un orden desordenado alinea a sus especímenes contando con el azar, pero acompañada siempre por las propias leyes que han regido desde la creación de los mundos.
Y de repente, ese universo que comenzaba a expandirse, se amplía maravillosamente con la imagen de unas tierras inmensas en las que miles de millones de distintos seres que formamos la Creación, nos movemos.
Ya no es cuestión de pequeñas galaxias, no, la galaxia terrestre se nos abre en plenitud, con sus seres vivos y sus seres dormidos, y de ella vivimos todos de los que todos sacamos provecho.


El infinito se extiende hasta donde quiera la vista y cuando pensamos que detrás de la montaña se acabará nuestro mundo, aparece siempre otra llanura de tierra o de agua que sigue demostrándonos que es infinitamente mucho más grande que nosotros, casi eterna.
Y entonces entra en juego el Universo que acoge a todos los universos que formamos el planeta tierra y nos muestra un cielo repleto de distintos mundos de formas y colores, que nunca es igual. Unas veces azul, otras gris y muchas rojizas como si quisiera trasmitirnos un aliento de ánimo y de calor.
Pero tenemos que saber mirar y sobre todo saber percibir las sensaciones que todo ello produce en nuestro ser. 


¿De que nos vale tener tantos universos a nuestro alcance si no somos capaces de verlos?¿Los desperdiciamos? Por supuesto que si.
Cuando cae la noche y parece que ya nada mas puede acontecer un mundo de maravillosas candilejas nos envuelve por todas partes. Cada estrella, cada rosa encendida en el infinito de otros universos, reluce exponiendo infinidad de mundos que debemos imaginar pues no somos capaces de llegar a ellos.


Y una enorme esfera, nuestro vecino más cercano, celosa, quiere tapar el resplandor de tanta estrella y pletórica de luz se nos muestra. Y así podríamos seguir hasta mas allá del infinito cercano e ir avanzando hasta el último y dormido infinito.
Cuando despierto del sueño de los mundos, me doy cuenta que tengo un universo precioso cerca de mi, Soledad.
Sed felices, que esto pasa, muy, pero que  muy rápido, y la belleza que nos rodea nos puede ayudar.

Antonio 

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