miércoles, 2 de mayo de 2018

El Universo: un metro cuadrado de terreno.


Hace unos días “El Rincón de Mefistófeles” coloco un interesante artículo de “Ciencia de sofá” en el que se exponía si el Universo que vemos todas las noches es finito o infinito.

Nubes sobre el Guadarrama.

Os aconsejo que leáis dicho artículo que aparte de llevaros hasta los límites conocidos, y posibles de ver, os hará reflexionar sobre la grandeza del mundo en el que estamos colocados a bordo de una maravillosa nave que se llama Tierra.

Espina dorsal de Abantos nevada el 30 de abril de 2018

Y en esta nave existen universos increíbles que la mayoría de nosotros desconocemos, que estando a nuestro alrededor nos pasan desapercibidos. El primero de ellos el propio Universo en el que vivimos pues, cada vez más, las noches con las iluminaciones de las grandes urbes y las tecnologías en la mano nos impiden mirarlo y comprender la belleza y la magnitud de lo que debía ser observado por todos todos los días.

Presa de La Jarosa, llena a rebosar. 1 de mayo de 2018

Pero tampoco miramos a nuestro alrededor, ni siquiera al terreno que pisamos donde infinidad de distintos universos giran unos alrededor de otros, complementándose y, por lo general, destruidos por el hombre debido a su ignorancia.
Cada día que salgo al campo me doy cuenta de lo poco que personalmente se de esos pequeños y maravillosos Universos que nos rodean: el de las plantas, el de los animales grandes y pequeños, e incluso el propio de los minerales; todos ellos conjugados con los fenómenos propios de la Naturaleza están esperando que los descubramos, los admiremos y los protejamos.

La Jarosa.

Solo hay que coger un día una ruta campestre, da igual el lugar, y elegir dentro de ella varios universos de un metro cuadrado y comenzar a mirar. Si, en un metro cuadrado puede darse el caso de que exista una cantidad de vida inimaginable para muchos.

Ruiseñor que cantaba como un loco ayer 1 de mayo de 2018 en La Jarosa.

Si observas un tapiz de hierbas desde tu altura solo veras tonos verdes salpicados de florecillas de todos los colores. Pero si pones los ojos en cerca del suelo comenzaras a ver entre ellas insectos y arácnidos que pululan por allí.

Margaritas en los prado de Guadarrama.

Si subes por los troncos de las plantas y por su ramas, contemplaras infinidad de seres vivos que comparten habitas comunes en una lucha por la supervivencia en donde unos es posible que se coman a otros en la conocida cadena trófica de la vida.

Gasteruption hastator  sobre una ramita donde dormir. 

Pero en esos pequeños mundos de un metro cuadrado hay una regla básica, común en toda la Naturaleza que conocemos y que se repite, salvo raras ocasiones, y no es otra que vivir sin destrozar y manteniendo el cuidado del mundo que les rodea. ¿Lo hacemos nosotros? No.
Intentar descubrir los universos que tenemos a nuestro alrededor; intentar acercaros a ellos aunque os tengáis que tirar al suelo para observaros. Yo lo hago muchas veces cuando voy al campo y, en cada nueva ocasión, descubro algo infinitamente mucho más pequeño que yo, que hace más grande el universo Tierra en el que vivo.

Antocharis cardamines aterida de frío ayer 1 de mayo de 2018 en subida a Abantos

Buscad un metro cuadrado de tierra y observadlo durante varios momentos distintos: descubriréis y os ayudará a descubriros a vosotros como si de un enorme libro de texto se tratase, una escuela maravillosa donde el catedrático es el propio mundo que te rodea y tú el alumno que vas aprendiendo la asignatura de la vida que compartes con otros. Y normalmente gusta; luego vienen los cursos donde te vas especializando en su conocimiento y en el propio conocimiento día a día. Porque aprender a conocer los Universos terrestres nos enseña también a conocer el propio universo de nuestro Yo, a veces demasiado dejado y olvidado.

Aculepeira armida esperando una presa pacientemente

Cuando tenía unos cinco o seis años, mi abuelo me enseño por primera vez como se producían las noches y los días con la lámpara de su mesilla de noche y una pequeña bola del mundo metálica.

Pequeña abeja sobre la flor de la rúcula.

En el campo, en la provincia de Tarragona, aprendí con él, y sus prismáticos, a mirar el cielo y su distribución en distintas constelaciones y con ello me introdujo en el conocimiento del mundo, de su enormidad y su belleza. Aquellas primeras lecciones me han llevado hasta los universos terrestres que empiezo a conocer unas décadas después.

Puesta de sol en la provincia de Madrid.

Reflexionar; vale la pena agacharse, mirar, observar, aprender y reflexionar. Tenemos un mundo fantásticamente maravilloso que nos rodea. No lo destruyamos. También vale la pena salir de la ciudad de noche, buscar un lugar apartado y mirar al cielo: volveréis a descubrir un espacio maravillosos compuesto de infinidad de mundos.

Luna llena del 3 de diciembre de 2017.

Sed felices.
Antonio

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